Inviertes el 159% de tu energía en algo. Le pones empeño, dedicación, ganas.
Dejas sudor y sangre, literalmente, en algo para que eso funcione y así tener buenos resultados, y al final, ¿qué? ¿QUÉ?
Al final nada.
Menosprecian tu trabajo. Te escupen en la cara, te humillan, te avergüenzan delante de diestro y siniestro. Porque sí, por amor al arte.
Tiempo perdido, ilusiones gastadas. Harta de levantarme. Harta de callarme.
Puedo hablar, claro que puedo. De hecho lo haré. Sacaré toda esa mierda que llevo guardando dentro hasta que no haya rastro alguno de todo ello.
¿Lo malo? Que me verán como alguien débil. ¿Por qué?
No porque me sienta mal, ni porque la otra persona me hiera verbal o físicamente, sino porque la rabia que me corroe sale en forma de lágrimas. Y eso, lamentablemente, no lo puedo evitar...
Todo para nada.
Todo para nada...