Seguidores

25 de enero de 2012

Cuenta la historia...

La historia comienza en una casa, la casa de él. Como viene pasando desde hace días surgen pequeños malentendidos, él se enfada sin motivo, ella se enfada por él, y él se vuelve a enfadar. Llega la hora de marchar. Como siempre, él insiste en acompañarla a casa, aunque estén enfadados. El intenta abrazarla porque se siente mal, pero ella no reacciona.
Se encaminan, y cuando llevan pocos metros de calle recorridos ya empiezan a jugar y sonreir, y un poco más adelante él la para y pregunta: "Si yo necesitara un abrazo, ¿Qué harias?" -"Dartelo" responde ella. "¿Y por qué, antes, cuando te intenté abrazar, no reaccionaste?" A lo que ella replica: "Lo intenté, pero no pude, estaba demasiado enfadada".
Ahora ella intenta abrazarlo a él pero él se quita, ella retrocede, y solo entonces él la abraza. Se abrazan con fuerza, durante un tiempo. Ella le pide perdón, él le dice que no ha hecho nada para que tenga que pedir perdón, ella sigue suplicando perdón, y él replica que no ha hecho nada. Ella comienza a andar quejandose, triste, de que no la perdona, pero él la para y la abraza. Ella vuelve a insistir y él le responde una y otra vez lo mismo. Ella vuelve a decir que no la perdona, tristona y comienza a caminar, pero esta vez él no consigue sujetarla. El se queda fijo, mirando al árbol que esta frente a él. Ella continua su camino, pero en su interior no hace más que sonar una voz que le dice: "Para, para, para...". Él, tras el pequeño shock, se sienta en el bordillo que hay a dos metros escasos detrás de el, con las rodillas a la altura de sus costillas, los brazos cruzados sobre estas, y la cabeza apoyada en ellos. No pensaba en nada. Pero... Tras unos cuantos segundos, él levantó la cabeza, buscándola, pero ella no estaba allí. Se apresuró en ponerse en pié, y caminó hasta la escalera que conectaba el lugar con el parque, pues tendría una buena vista para localizarla antes de correr hacia ella. Pero él no la encontró. Siguió buscando con la mirada hasta que, a un lado, oyó pisadas. Era ella. Venía corriendo. Ella venia corriendo hacia él. Corriendo, como vino, lo abrazó, y mientras lo abrazaba le susurró: "Me asusté al no verte, pensé que todo había acabado". Entonces, él sin decir nada, tragó saliva, apretó los labios y dos pequeñas gotas cristalinas se deslizaron por su cara, desde sus ojos, que hacía tiempo que no se mojaban. Poco después él la apartó para que ella misma lo viera, pues ella sabía que él nunca lloraba, aunque esta vez tampoco lo hizo, fueron dos lagrimas, solo dos. Y no lagrimas de dolor o pena. Tampoco de alegría. Eran dos lagrimas de amor. Dos lagrimas de un enamorado que por un momento siente que ha perdido a su amada.
Entonces ella le miraba, y él pronunció: "¿Ves cómo es de real lo que siento por tí?" pues, ni con la muerte de varios seres queridos, esas pequeñas gotitas juguetonas habían salido a rondar su cara.
Tras unos instantes más de abrazos volvieron a emprender el camino. Pero él no tenía suficiente, la volvió a retirar, junto a él, del camino, a una zona más oscura y le dijo algo. Algo que solo el más enamorado de los enamorados podría decir a su amada.

Ahora ellos saben que no pueden vivir sin discutir, pero tampoco el uno sin el otro. Hay un fuerte vinculo que los une, corazón a corazón, vida a vida, y si uno de ellos se vá, ambos la pierden.
Tienen una conexión vital, tan grande, que no son "Él" y "Ella" o "Tu" y "Yo", sino "NOS".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivos de mi pequeño mundo.

☼

INTENTO ESCRIBIR MIS MEMORIAS.

ESAS QUE TANTO ME HICIERON SENTIR.

PERO TENGO UN PROBLEMA; NO SÉ QUÉ PALABRAS ELEGIR...