La historia de una pobre niña...

Todo empezó a la edad de 3-4 años. 
En esa etapa nada debe importar. Ninguna preocupación puede superar el "¿a qué jugamos hoy?" ...nada más.
Pero aquella pobre niña, a tan temprana edad tuvo que tomar la decisión más difícil, la que más le iba a marcar durante el resto de su vida...
Fue testigo de los maltratos... llantos, dolor, sufrimiento continuo de "ella". No podía hacer nada, pues solo era una niña pequeña.
Un día, mientras dormía, escuchó a lo lejos gritos que parecían sacadas de sus más oscuras pesadillas. 
Ya en pié, se dirigió al pasillo, para enterarse de lo que ocurría... y fue cuando vio al malvado hombre que a "ella" la mataría. 
No sin pensarlo, corrió hacia el malvado hombre, al cual quería aquella mañana fría. 
Le suplicó que la soltase, que parase. Que no la matase. (...). La niña pequeña pues mucho la quería, "ella" lo era todo, tan solo era una niña. 
Unos instantes después todo paró. El miedo murió, o solo se enterró.
El malvado hombre y "ella"  le pidieron su consejo, pues aunque fuera muy pequeña los ayudaría en eso. Con una grata sonrisa pidió que los quería unidos, que sin ellos no era nada y que podrían conseguirlo.
Ellos rieron sin ningún sentido... no tenían ganas, pues ya no estarían más unidos. 
"Ella" se fue. 
La niña no recuerda nada. Solo los llantos de su hermanito mediano al ver cómo "ella" se marchaba.
El hombre malvado cuidaba de los tres. Ya no era tan malvado, solo fue esa vez... 
Pasaba el tiempo, la niña no la veía. Hasta que un día empezó a ser la grandiosa de la familia, aquella que llaman Cupido, pero en chica. 
Tenía tan solo 5 años cuando comenzó su trabajo. Era duro, pues necesitaba ser más fuerte que ambos.
Unió a la familia. Todo volvió a ser igual. La "felicidad" prosperaba y ella se sentía genial.
La niña iba creciendo, los problemas no cesaban; cada vez que ellos se separaban ella los juntaba.
La pequeña creció, ya no era tan pequeña. Ahora era una adolescente con ganas de guerra. 
Guerra pura y sana. Solo una simple guerra.
Todo iba de mal en peor.
El hombre malvado cada vez más volvía. "Ella" no ocultaba lo que sentía. "Ella" ya no lo quería. "Ella" se había vuelto muy fría. 
La pobre niña, que aunque era adolescente seguía sintiéndose como una pequeña criaturita, no soportaba la situación.
Trataba de ignorarlos. Trataba de esquivarlo. De no preocuparse y olvidar todo ese mal trago.
Pero era imposible. No podía.
Cada vez más y más a ella le dolía. Le afectaba el triple, y más de lo que ella sentía.
Su pobre rostro reflejaba tristeza y dolor, mucho vacío y también rencor.
Lágrimas brillantes recorrían su cara. Nunca cesaban, aunque quisiera acababan por volver. Por renacer. Por volver a doler.
El hombre malvado no la ayudaba, nadie lo hacía, pero él lo empeoraba.
No dejaba vivir a la pequeña criaturita; le cortaba las alas hasta que por fin sangraba, hasta que dolía.
"Ella" era quien más la apoyaba. Le permitía tener a su amor a escondidas, pues confiaba en su pequeña hijita. 
Siempre se lo agradecerá. La pobre criatura siempre lo hará.
Todo seguirá igual. El hombre malvado y "ella" por siempre se odiarán. Siempre habrán problemas. Siempre dolerá cada vez más. ...Y así hasta no parar; o hasta que muera alguien; algo que no tan lejos está. 
La pobre pequeña en su rinconcito siempre estará. Siempre llorará. Aunque no quiera... lo hará.


Ésta es la historia de una pobre niña. De una pequeña sin vida... De un alma en pena... De una criaturita.